Estoy abatido en el polvo,
reanímame según Tu palabra.
Sal 119, 25
Oración de un adicto
Querido Dios,
Me dirijo a Ti con el corazón en la mano.
Perdóname por desperdiciar mi vida/mi cuerpo/mi alma con (mi adicción).
Aunque reconozco mi vicio, no he tenido el poder de controlarlo.
Tú lo sabes. Tú nunca me culpas. Tú conoces la verdad.
Mi adicción me ayuda a sobrellevar la máscara que esconde mi dolor.
Pero puedo trascender el dolor cuando Te llamo de corazón.
Por eso, vengo ahora a postrarme ante Ti.
Te pido en este momento, Padre, que me llames, que me llames en voz alta.
Sácame de esta adicción y llévame al camino que has pensado para mi.
Porque Tú me necesitas: soy Tu Voz, soy Tus Manos.
Te glorifico porque puedo reconocerme como Templo del Espíritu Santo.
Dame las gracias que necesito para obedecer Tu Voz.
Contigo a mi lado, me sobrepondré a mis debilidades
Mi alma se llena de gozo. Mi gratitud es infinita.
Tú puedes sanarme.
Así sea
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