20100601
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Toda la riqueza terrena que Jesús tuvo, su Madre, la regaló al discípulo que más quería: aquél que escuchaba la Palabra y la ponía en práctica.
En el desamparo máximo como hombre, quiso confiar a su tesoro a quienes lo acompañaron en lo más doloroso del camino.
¿A quién confiarías tú a tu propia madre?
¿A quién querrías heredar el amor incondicional de tu madre?
¿Amas a tu prójimo como para hacerle regalo de las virtudes que cultivó tu propia madre en ti?
María, Madre de todos los Pueblos
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