20090317

La perfección de la Ley




Los mandamientos fueron dados para el bien del hombre, para su bien personal, familiar y social. Para el hombre son realmente el camino. El mero orden natural no basta. Es necesario completarlo y enriquecerlo con el orden sobrenatural. Gracias a él, la vida cobra nuevo sentido y el hombre se hace mejor. En efecto, la vida necesita fuerzas y valores divinos, sobrenaturales: sólo entonces adquiere pleno esplendor.

Cristo confirmó esa ley de la antigua Alianza. En el sermón de la Montaña lo dijo con claridad a los que lo escuchaban: «No penséis que he venido a abolir la ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17). Cristo vino para dar cumplimiento a la ley, ante todo para colmarla de contenido y de significado, y para mostrar así su pleno sentido y toda su profundidad: la ley es perfecta cuando está impregnada del amor de Dios y del prójimo. Del amor depende la perfección moral del hombre, su semejanza con Dios.

Juan Pablo II
Fragmento de la Homilía durante la consagración
al Sagrado Corazón de Jesús (junio de 1999)


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Señor, ilumina mi vida



Fernando Leiva
Próximo Concierto: Capilla San Juan (23/03/2009, 19h)

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