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20090224

Yo confío en Ti


La Oveja Perdida
de Elvira Vila Massana

Cual oveja descarriada
Huyendo de su Pastor,
Así andaba yo alejada
del camino del Señor.

Pero mi buen Salvador
me miró y me vio perdida
y vino lleno de amor
a salvarme y darme vida.

Con tanto amor me buscó
mi amantísimo Pastor,
que su sangre derramó
por librarme del dolor.

En vez de darme castigo
que mi culpa mereció,
bondadoso y compasivo
en sus hombros me llevó.

Ahora que me ha salvado
y me ha vuelto a su redil,
soy tan feliz a su lado
que le adoro veces mil.

Hasta que en la eterna gloria
siempre le pueda mirar
y cantar la dulce historia
del que me vino a salvar.

Amigo que no eres salvo:
Jesús hoy te busca a tí;
ven pronto, ven a su lado,
que con Él serás feliz.


twitter / CruzdeMayo

20090115




CADA MAÑANA
Autor: Patxi Loidi

Cada mañana sales al balcón
y oteas el horizonte
por ver si vuelvo.

Cada mañana bajas saltando las escaleras
y echas a correr por el campo
cuando me adivinas a lo lejos.

Cada mañana me cortas la palabra,
te abalanzas sobre mí
y me rodeas con un abrazo redondo
el cuerpo entero.

Cada mañana contratas la banda de músicos
y organizas una fiesta por mí
por el ancho mundo.

Cada mañana me dices al oído
con voz de primavera:
hoy puedes empezar de nuevo.

20090108

Si quieres, puedes sanarme

SI TU QUIERES, SEÑOR, PUEDES SANARME
(Heriberto Bravo Bravo SS.CC. )

Si Tú quieres, Señor, puedes sanarme;
una sola palabra tuya basta.
Esta llaga de amor es tan nefasta
que parece matarme sin matarme.

Ya perdí la razón de enamorarme.
Poco a poco la fe se me desgasta.
Mi pupila se enturbia, ya no es casta.
Ya no puedo del lecho levantarme.

Hay en todo mi cuerpo cada día
un incendio de amores prolongado
en mi espíritu triste, sin quemarme.

Por todo esto te grito en mi agonía,
la agonía de estar enamorado:
"Si Tú quieres, Señor, puedes sanarme..."

20090107

Sé mi luz

Jamás he visto a Dios
(Anónimo)


Jamás he visto a Dios, pero presiento

Su mano bienhechora en mi existencia

cuando en la noche de mi vida siento

Su clara luz brillar en mi conciencia.


Jamás he visto a Dios, pero en los astros

que resplandecen en la noche oscura,

contemplo absorto Sus divinos rastros

y Su estela inefable que fulgura.


¿Quién es ese que dice que no existe?

¿Quién es aquel que niega su evidencia?

¿Dudas acaso porque no le viste…?

O porque el necio niega su existencia…


Me habla de Dios la brisa mañanera;

me habla de Dios el sol con sus fulgures;

me habla de Dios la dulce primavera;

me habla de Dios el valle con sus flores.


Me hablan de Dios el átomo y la célula;

me hablan de Dios el mar y la tormenta;

me hablan de Dios la hormiga y la libélula

y el pétalo de lirio que revienta.


Me hablan de Dios los gélidos rocíos;

las selvas, los volcanes, los nevados,

el grito atormentado de los ríos,

y todos los peñascos y collados.


Los valles, los desiertos y tibundos,

las bestias de los montes y los mares

me cuentan de que Dios hizo los mundos

y todas las regiones estelares.


Cuando en las tardes de ópalo y topacio

contemplo yo los vastos horizontes,

hallo su nombre escrito en el espacio

y en la frente rugosa de los montes.


La alondra con su canto melodioso

y el ruiseñor con su inefable trino,

me hablan del Santo, Eterno, Poderoso,

del que al relámpago trazó camino.


Su luz brilla en los soles del vacío.

Las pléyades se visten con su gloria;

y en la corriente límpida del río

las linfas cantan su inmortal victoria.


Todo enmudece y calla en la presencia

de Aquel que todo lo hizo de la nada,

y que muestra su gran omnipotencia

en el trueno, en el mar, y en la cascada.


No se ve a Dios, pero su luz fulgura

en la noche abismal de la conciencia;

y desde allá nos habla con dulzura,

nos da su amor y su inefable ciencia.